viernes, 12 de octubre de 2018

LA LEYENDA DE LA MUJER EMPAREDADA DE MONTERREY



Un día la mujer dejó de ser vista por el barrio ahí por la calle de Raymundo Jardón, a los vecinos les extrañaba que no se dejara ver, ya que era muy dada a platicar con cuanto hombre se le atravesara en la calle, a pesar de que era casada.

Ella llevaba una vida muy desenfadada, la posición económica de su marido así se lo permitía.

El esposo que tenía una fábrica de hilados en el centro de Monterrey, se pasaba buenas horas del día al pendiente de los pedidos locales y para surtir a otras poblaciones del país, su negocio estaba muy acreditado por la calidad de los productos y el trato honorable que el ofrecía a sus clientes.

En el barrio las vecinas hablaban de la esposa y decían, ¡mírala! el marido trabajando como burro con sus hilados y ésta dándole vuelo a la hilacha y así pasaron los años y desfilaron por el barrio una buena cantidad de hombres que se llevaron un pequeño hilo de la madeja de la esposa.

Por supuesto que el marido sabía de la vida que llevaba su mujer, varias personas cercanas a él le decían muy confidencialmente que ordenara a su señora, que se dedicara más a su casa y a ella, claro que al hombre le resultaba penoso y le hería su orgullo que le dijeran esas cosas.

Y así un buen día tomó la determinación de capacitar a un empleado para que fuera tomando paulatinamente sus labores en su fábrica de hilados, sobre todo la atención a los clientes, que eran la columna vertebral del negocio, así fue y así quedó.

Un día ya no se levantó temprano para ir a su empresa y la mujer le preguntó que si se sentía enfermo, él le contestó que sí, que algo indispuesto pero nada grave, que deseaba reposar un poco, al escuchar la respuesta la esposa le dijo que si no era tan grave entonces ella iba a misa y posteriormente a hacer sus compras al mercado y se fue muy campante a su vida loca del diario.

El esposo la siguió sin que esta se diera cuenta y si, si fue a misa pero nada más entró y se salió por la puerta adyacente de la iglesia para encontrarse con el galán en turno.

El marido al ver aquella escena, se regresó a su casa más que enojado y preparó su plan, esto no podía seguir así.

Al medio día llegó al mujer con algunas pocas cosas del mandado y preparó cualquier platillo para darle de comer a su esposo, diciéndole que al terminar de comer, se tendría que marchar para hacer otras compras que le habían faltado.

El hombre le dijo que estaba bien que al regresar le tendría una sorpresa, ella entusiasmada le preguntó que de que se trataba, y el marido le dijo que era algo relacionado con un nuevo lugar para vivir.

Cuando llegó para la tarde casi noche la esposa de su trajín, el marido le dijo que si estaba lista para conocer su nuevo lugar para vivir, y ella le contestó que sí, para esto el señor le dijo que se pusiera un bonito y elegante vestido para celebrar y ella accedió.

Ya vestida la llevó a una de las habitaciones de la casona y le mostró un gran hueco en la pared y ella sorprendida le dijo que de que se trataba, a lo que él le respondió que por su comportamiento e infidelidades sería castigada que la iba a emparedar.

La mujer asustada quiso salir de la habitación, cosa que no le fue posible pues el marido la sujetó fuertemente con unas hilazas gruesas de las que tenía para usos de la casa.

La mujer gritaba pidiendo auxilio , pero en esa casona en los cuartos de atrás no se escuchaba nada para el exterior, por lo que nadie escuchó sus lamentos.

Termina la leyenda en donde ya emparedada la esposa infiel, seguía saliendo, pero como alma en pena, atravesaba el portón principal y caminaba levitando sin rumbo fijo por las calle empedradas.

Nunca sospecharon del marido, este solo decía que su mujer se había ido con otro hombre y la gente así lo creyó.

Tuvo que pasar mucho tiempo, para que unos albañiles haciendo unas obras de remodelación, encontraran el esqueleto de la mujer elegantemente vestida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario